Ha sido la semilla que, ha enraizado con
fuerza en nuestro corazón y la mente, que guiados por aquél, mantenga los lazos para
que el compañerismo y la amistad sean siempre presentes, los verdaderos amigos
se han de hacer en la juventud, después ya no hay tiempo.
Por eso, cuando se llega a la madurez
donde empieza a carecerse de otras cosas y en cambio comienza a disfrutarse de
más tiempo, se da uno cuenta que la vida
no puede ser amplia y llena, sino a condición de contener los cuidados del
pasado y del presente, sin dejar de evocar los recuerdos de aquella época de
infancia y juventud cuando todo era nuevo e interesante.
Con el paso del tiempo los recuerdos que
atan al lugar de nacimiento y a los primeros pasos hacia la vida se atenúan y
debilitan, pero aquellos que compartimos bajo el influjo de la sabia mano de
los que nos dirigieron, se mantienen firmes y abiertos a reanudar el
compañerismo de antaño, entregándolo todo sin pedir nada a cambio.
Y es esa filosofía exactamente igual, la
que de ellos se dimana en cualquier lugar donde se encuentren, soy testigo y
fedatario de lo que digo. Nada difiere en estos conceptos aquí o allende los
mares; tan cercanos, tan iguales en sus principios son mis compañeros de
entonces aquí y allá.
Recibir cada mes la euforia de nuestro
reencuentro en las comidas, es tan grato y reconfortante como la comunicación
diaria con aquellos que en la lejanía forman parte de ese mismo conjunto cuyas
raíces, las que antes mencionaba, son las mismas aunque germinaron en tierras
distintas.
Dos pasiones alumbraron siempre mi vida,
la amistad y el deporte, las dos se han visto colmadas de felicidad al recibir
esta semana la visita de un entrañable amigo procedente de Mar del Plata,
compañero también en el Colegio Marista de esa ciudad, y que además me ofreció
el mejor de los regalos: “La camiseta” del equipo de baloncesto en donde jugaba,
-no sin antes visitar el Club Sporting, que aunque sigue vigente-; ha cambiado
sus colores, pero que accedió a fabricarla para mí con el nombre y mismo número
que entonces portaba.
Gracias Hermanos Maristas, gracias compañeros
de Pandilla Zarco, gracias amigos y compañeros del Instituto Peralta Ramos-
HH.MM-
Sabed mis queridos amigos de Pandilla
Zarco, que el ejemplo nuestro empieza a ser seguido a muchos miles de
kilómetros, con el mismo entusiasmo y fervor con que nosotros lo disfrutamos.
Esta vez me reconforta firmar no como El
Bardo, sino como -Pepe Viano.
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