Hace unas pocas fechas recibí un correo electrónico de nuestro amigo: Carlos Pérez Sauco, con un vídeo sobre l’Hermitage, lugar donde se encuentra la casa madre de Los H.H. Maristas, denominado Notre–Dame de l’Hermitage. Este vídeo le llegó, a traves de nuestro común amigo y compañero: D. Fernando Orellana, vocal de la asociación ADEMAR de Málaga.
La belleza y el mensaje subliminal del vídeo, ha sido la causa de que sin dudarlo decidiera subirlo
a nuestro Blog.
A la vista del documental, he sentido la necesidad de profundizar en la
vida del Santo Fundador, por lo que he recurrido al libro de Jean Roche sobre
San Marcelino de Champagnat, del cual he
obtenido algunas pinceladas que expongo a continuación, y que están entresacada
de las muchas manifestaciones del Santo, pero que a mí, personalmente me han
impactado.
El fundamento de su vida lo escribió un día de la siguiente forma: “Querer
ser lo que Dios quiera”.
Más adelante escribió: “Dios nos ha amado desde la eternidad. Nos
ha escogido y separado del mundo. La Santísima Virgen nos ha plantado en su
jardín y tendrá cuidado que nada nos falte”.
En otro lugar del libro, un sacerdote compañero suyo de seminario dijo
de Él: “El padre Champagnat no era precisamente un lince, ni era sabio, su
capacidad era limitada; pero era un hombre de fe. Ya en su época de estudios
brillaba en Él esa virtud con todo esplendor; era el móvil de todo lo que
hacía: Fe firme como una roca, que le hizo triunfar en todo. Dios le había
dicho: Haz esto y lo hizo, contando exclusivamente solo con Él; sin otro apoyo
ni ayuda”.
Por último he destacado esta
reflexión del libro y es: “Macelino recibió la gracia insigne de la
oración. De ella, extrajo la fe viva que animaba su quehacer y la confianza sin
límites en la Providencia, de la que obtuvo toda su protección”. Las
palabras textuales que sobre este tema dijo son las siguientes: “La
oración es el PUNTO CAPITAL. Tener el don de la sólida piedad es poseer todas
las virtudes. Jamás me atrevería a emprender algo sin habérselo encomendado
mucho tiempo al Señor: primero, porque es fácil que el hombre se equivoque
siguiendo sus propios criterios o creyendo que las ilusiones son proyectos
inspirados por Dios; y luego, porque nada es posible sin la ayuda del cielo”.
Estas cuatro pinceladas que han
sido señaladas son una mínima parte de su pensamiento y su vida, y han sido
manifestadas en su sólida obra, de la
que nosotros formamos una pequeña parte, y que tenemos que agradecer, ya que su
buen hacer puso los cimientos de todas nuestras vidas.
Juan
B. Benitez Belgrano
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