Jaime Díaz Rittwagen, a petición de Joaquín Jáuregui ha realizado un cuadro que incluye la casa de Joaquín, en la que pasó su niñez, junto con sus padres. En las conversaciones mantenidas por los dos: artista y cliente crearon una imagen mental del barrio, que ha sido plasmada con toda fidelidad por el autor.
El cuadro, un óleo sobre lienzo, realizado con una gama de colores cálidos, en el estilo “Naif” propio de Jaime, refleja con toda nitidez la realidad social de los años cincuenta.
Desde un objeto central que es la Plaza de la Victoria (vulgarmente Jardín de los Monos), se ha creado una perspectiva urbana con una composición triangular, compuesta por la Plaza y las dos líneas de fuga, que representan las calles Cristo de la Epidemia y Compás de la Victoria, que convergen en los montes de Málaga, y que dividen al cuadro en tres zonas urbanas muy bien definidas.
Es de señalar el abigarrado paisaje urbano en el que se integran multitud de personajes de la vida cotidiana, que conviven con una gran naturalidad con los edificios cercanos. En el cuadro se describe, el mobiliario urbano de la fuente–farola de la plaza de las Lagunillas y del Jardín de los Monos, con su jaula y fuente incluidos. La casa de Joaquín está definida por la entrada del coche, de su padre, al garaje en calle Cristo de la Epidemia.
Es necesario observar los distintos personajes que se incluyen, ya que su riqueza y creatividad realzan la obra. Existe un señor que luce un bastón y un brazalete de medio luto, típico de la época, un motocarro, medio de transporte usual en las mudanzas. Un jabegote vendiendo el pescado de sus serones a unas mujeres, un sillero con sus aneas, para el fondo de las sillas. Un niño jugando con un carro de cojinetes de bolas, juguete usual en aquellos tiempos. Los soldados, las mujeres del servicio doméstico, con sus delantales. En la calle de la Victoria, en la puerta del Colegio se sitúa un Hermano Marista, que recuerda al Hermano Dámaso. Una moto Vespa: ¿Rafael Mayorga?, el tranvía de Capuchinos, los seminaristas con sus becas rojas, un acemilero con sus burros con los serones cargados, y así otros muchos personajes.
El Colegio ha sido reflejado con todo realismo: el patio pequeño con su canasta de baloncesto ¿Pepe Viano?, el campo de fútbol con el Hermano Marcelo y sus castigados, las aulas de los primeros cursos de bachillerato etc.
Los edificios del barrio han sido representados en su totalidad, con gran lujo de detalles, la Iglesia de la Victoria, el monte de las tres letras, Gibralfaro. Al fondo los motes de Málaga, y al fin, el cielo de Málaga, que Jaime pinta con gran maestría, en distintas tonalidades de azules.
El cuadro además de su buena factura produce en nuestros corazones sentimientos de emoción y ternura.
Felicidades a ambos por la iniciativa y gracias por el regalo de las reproducciones.
Herodoto
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